martes, 2 de diciembre de 2008

Anián y el Paso del Norte / Anexo 5º a las Notas de Newfounland



La búsqueda de un paso hacia el Pacífico por el noroeste tenía su precedente en la creencia de la existencia del Estrecho de Anián. Marco Polo (1254-1324) en su narración Los Viajes de Marco Polo(cap. CXXIX) habla de una región de China llamada Aniu, situada al este, y que se incorporó a los mapas de Catay(1) con el nombre de Anian Regnum. Tras los viajes del veneciano, los comerciantes europeos buscaron el camino más corto hacia el Lejano Oriente, genéricamente llamado Las Indias, sobre todo tras el afianzamiento del Imperio Turco, que se interponía entre Europa y Asia Oriental. Este hecho empujó a que se buscasen rutas alternativas y es por ello que se inició una época de expediciones y viajes en busca de las lejanas Indias (al final "descubrimos" América gracias a Barbarroja y sus secuaces; lo que es la vida...).
Bien es sabido que Colón, al principio, creyó haber alcanzado esa parte de Asia, como incluso se ha visto representado en algunos mapas de la época, creencia que empezó a ponerse en duda tras los viajes de Vicente Yáñez Pinzón y que se diluyó completamente tras los de Vespucio y Vasco Núñez de Balboa, quien atravesó el continente a pie desde el Atlántico y llegó a las orillas del Pacífico(2). El problema del camino a Las Indias seguía sin resolverse, puesto que América era una tierra que se interponía y aquellas debían estar al otro lado del Pacífico. Magallanes descubrió el estrecho que lleva su nombre en 1520, pero resultaba una ruta peligrosa y llena de dificultades y obstáculos geográficos, aparte de quedar muy lejana partiendo desde Europa, en el extremo del Hemisferio Sur. Había que encontrar una ruta más próxima y se pensó que debía haber algún lugar por el norte; dándole la vuelta al Nuevo Continente se podría acceder a los mares del sur y poner rumbo a las Indias. Además, se tenían noticias de que los vikingos habían navegado por aquellas aguas antes de la llegada de la Pequeña Edad del Hielo(3).


Fueron bastantes los exploradores que buscaron en vano el citado paso entre los dos océanos, en menor número los españoles y portugueses, pues si bien sus respectivos países habían llegado a Asia Oriental, hasta Filipinas, la búsqueda del paso y una posible conexión con las colonias de América desde Asia siguió siendo un asunto a resolver por ambos. Aparte que también se consideraba conveniente conectar por mar las dos costas de las colonias y ahorrarse el embarazoso transporte por tierra, cruzando inhóspitas selvas pobladas de salvajes hostiles y de peligros de diversa índole, así como también el tener que salvar los obstáculos de una irregular orografía. En 1539 Hernán Cortés envía a Francisco de Ulloa a que navegue e inspeccione las costas de California. Ulloa saca en conclusión que el Golfo de California es la boca sur de un estrecho que une el Pacífico con el Golfo de S. Lorenzo. Debido a esta afirmación se extendió la noción de "Isla de California", la orilla izquierda del supuesto estrecho que a partir de ese momento empezó a nombrarse como "de Anián", en referencia a la desconocida boca norte, suspuestamente situada en esas tierras.


En 1542, el portugués João Rodrigues Cabrilho, conocido como Juan Rodríguez Cabrillo, fue encomendado por el Virrey español de México, Antonio de Mendoza para que explorara la costa oeste de América en dirección Norte, en parte interesado en encontrar el Estrecho de Anián, saliendo de Acapulco. Obligado a volverse por averías al alcanzar las costas de la parte norte de California, murió en el camino de vuelta, al chocar su bote al desembarcar en la Isla de Sta. Catalina: una roca le produjo una herida que se le engangrenó.
En 1559, en una edición del Los Viajes de Marco Polo, aparece la provincia de Aniu con el nombre de Ania y el cartógrafo veneciano Giacomo Gastaldi, en uno de sus mapas dibujado entre 1556 y 1562 llama Anián al extremo del oeste septentrional de América.
En 1592, el marino griego al servicio de España
Ιωάννης Φωκάς, más conocido como Juan de Fuca, alegaba haber descubierto el Estrecho de Anián en la orilla occidental de Norteamérica (4).


John Davis en 1585, Henry Hudson en 1610 y William Baffin en 1616, buscaron el paso en vano e incluso Hudson desapareció para siempre en su cuarto intento(5).
Más tarde, en 164o, el español Batolomé de Fuentes (o da Fonte), afirmaba que, partiendo desde Callao, en Perú, había alcanzado la Bahía de Hudson atravesando el citado estrecho.
(Cervantes Virtiual en PDF) - (art.National Geographic)
También hubo tentativas por parte de Rusia a partir del s.XVIII, contratando a marinos de otras naciones, entre los que cabe citar a Vitus Bering, danés que trabajó para ese país entre 1725 y 1741, año en que murió en la isla que lleva su nombre
(6)
Una tras otra, estas y posteriores expediciones iban fracasando en su búsqueda del ansiado paso. Incluso el gobierno de Inglatera ofreció 20.000 libras a quien lo escontrara, en 1745, recompensa que jamás fue pagada a explorador alguno.
Precisamente, en 1776 y tras haberse aprobado en el Parlamento el prorrogar el período de esa recompensa, el Almirantazgo Británico requirió la presencia de James Cook, quien se hallaba retirado tras sus expediciones al Pacífico. Cook revisó el primer viaje de Bering de 1728 y preparó la expedición, que partiría de la costa del Pacífico de Canadá, a la altura de la actual Vancouver, en abril de 1779. En la expedición iban enrolados Charles Clerke, William Bligh, George Vancouver y John Gore(7). Alcanzó los 65º N de latitud pero no consigió ningún progreso en la búsqueda del paso.
Entre 1791 y 1795,
Vancouver exploró toda la costa del Pacífico Norteamericana y concluyó que no existía algo similar a un estrecho al sur del Mar de Bering que comunicara los dos océanos por el norte. Esta afirmación fue apoyada por McKenzie(8).
En el s.XIX siguieron efectuándose expediciones igual de infructuosas que sus predecesoras entre las que cabe citar las de John Ross, Edward Parry y J.Clark Ross(9). Trágico final tuvo la de John Franklin, en 1845, a la que siguieron la de Robert McClure (1850-54) y la de John Rae (1854), ambas con el objetivo de buscar al desaparecido Franklin (10).

Finalmente, el tan buscado Paso del Norte fue encontrado por Roald Amundsen en ¡1906! Si tenemos en cuenta las expediciones de los vikingos alrededor de 870 d.C., casi 1.000 años después de las primeras noticias de su posible existencia. De forma paradójica, en ese mismo año de 1906, Alberto Charles Dumont realizó su famoso vuelo sobre París en su avión el "14-bis" (11), abriendo la era de la aviación, que daría a la humanidad la posibilidad de ahorrarse tan altísimo coste en tiempo y vidas en su búsqeda de nuevos caminos. Aunque este asunto sería para ¡abrir otro blog como mínimo, por no decir editar una enciclopedia exclusiva sobre el tema!




(Notas)
[En las notas aparecen personajes y lugares que tendrán su propia biografía llegado el momento. Aquí sólo me he extendido en datos y anécdotas acerca de sus viajes en busca del Paso del Norte, dejando el resto de sus aventuras y desventuras para la edición de dichas biografías.]

(1) Catay era el nombre con que Marco Polo designaba aproximadamente la región de China entre los ríos Chang Jiang (Yangtsé, "largo") y Huang-ho (Amarillo). El nombre procede, al parecer, de una tribu del norte de China, los kitán, quienes dominaban la zona en la época del viaje del explorador veneciano.

Reproducción del Mapa de Marco Polo y la ruta que siguió.

(2) Amerigo di Vespucci, Américo Vespucio, navegante italiano al servicio de Portugal y de España, fue el primero en comprender que América no eran Las Indias, sino que se trataba de un continente diferente de Asia. Por este motivo, el cartógrafo alemán Martin Waldseemüller puso en un mapa de 1507 " América", en honor de Vespucio.


Por su parte,
Vasco Núñez de Balboa está considerado como el primer europeo en llegar al Océano Pacífico (1513) y en fundar una ciudad permanente en América, Santa María la Antigua del Dairen. Desde allí cruzó el itsmo de Panamá y alcanzó el golfo de S. Miguel llegando a cruzar en canoa a la Isla Rica (hoy Isla del Rey). Al mar recién descubierto le llamó Mar del Sur.


(3)
La Pequeña Edad del Hielo
(SVS Science Story, NASA) abarcó desde principios del s.XIV hasta mediados del XIX y siguió al Período Cálido Medieval (800 -1300). Tuvo tres momentos de extremas temperaturas mínimas en 1650, 1770 y 1850, quedando comprendida la de 1650 en el período conocido como "Mínimo de Maunder", fenómeno estudiado por el astrónomo inglés Edward Maunder, quien estudió las manchas solares y las variaciones en el ciclo magnético solar. Maunder observó que entre 1645 y 1715 el número de manchas solares disminuyó asombrosamente. Durante un intervalo de 30 años, en medio de dicho período, se observaron sólo unas 50 manchas solares, cuando lo normal, para un intervalo de tiempo similar en épocas "normales" de actividad solar, hubiese sido observar entre 40.000 y 50.000.
Muchos ciéntíficos se apoyaron en estos estudios para buscar una explicación al descenso de temperaturas, aunque hoy día es discutida su validez. Uno de los puntos debatidos es si este fenómeno fue global o solo afectó al Hemisferio Norte, aunque hay ciertas evidencias de que afectó a gran parte del Sur. El hecho es que por el motivo que fuese, se produjo un descenso de la temperatura lo suficientemente significativo como para que la banquisa de hielo que rodea al Polo Norte se extendiera hacia el sur, haciendo que la navegación hacia esas latitudes fuese, si no imposible, excesivamente arriesgada y dificultosa.
Se han querido encontrar explicaciones a las más diversas teorías basándose en la existencias del fenómeno, desde el abandono de los vikingos de sus bases de Norteamérica hasta el sonido especial de los violines de Stradivarius, construídos en esa época.

Gráfico de temperaturas de los últimos 2000 años.

(4) El presunto descubrimiento de Juan de Fuca nunca ha sido "oficialmente" admitido por completo, puesto que en los archivos españoles referentes a las expediciones, descubrimientos y toma de posesión de tierras en nombre de la corona, no existe dato alguno que corrobore dicha acción, llegando hasta nosostros por boca del propio presunto descubridor. Incluso ha llegado ha ponerse en duda que existiese una persona con ese nombre, siendo el ilustre capitán Cook uno de los defensores de esta teoría. Finalmente, en 1859, un investigador norteamericano ayudado por el consulado de las Islas Jónicas (en esa época separadas de Grecia por el "tema" turco) demostró que este hombre había existido y que su familia era bien conocida en la tradición de esas islas (Fuka había nacido en Kefalonia). Actualmente estas pruebas siguen siendo refrendadas por el Consulado de Grecia en Vancouver A pesar de todo, las dudas sobre la verdadera existencia de este personaje siguen en pie.


Paisaje en el Estrecho de Juan de Fuca

(5) Henry Hudson, auspiciado por la Московская компания, "Muskovy Company", sociedad mercantil rusa que monopolizaba el comercio con Gran Bretaña, descubrió la Isla de Jan Mayen, rebautizada Svalbarð, "costa fría" (aunque finalmente se quedó con el nombre de Jan Mayen y Svarbard se aplicó al actual archipiélago de ese nombre) y Но́вая Земля́, Nova Zembla, "tierra nueva". Trabajando para la mencionada compañía realizó un viaje más; entonces fue contratado por la Cía. Holandesa de las Indias Occidentales e hizo un tercer viaje; y finalmente, un cuarto vaje bajo bandera inglesa, financiado por la Virginia Company y la Cía. Británica De las Indias Orientales. En este cuarto viaje alcanzó la entrada del Paso, pero el barco quedó atrapado por el hielo en James Bay. Se prepararon y pasaron allí el invierno y al llegar la primavera, Hudson quiso seguir la exploración, pero un montín le obligó a dar la vuelta. Él, su hijo John y ocho hombres que le eran leales fueron abandonados en un bote. Según el diario de a bordo de los amotinados, se les proveyó de pólvora y armas, alimentos, ropa y otros enseres, aunque se piensa que esto se anotó para suavizar las posibles condenas, pues la tripulación sabía que serían juzgados al volver a Inglaterra, y que en realidad fueron abandonados a su suerte. Hudson desapareció para siempre sin que a los supervivientes que regresaron a Inglaterra se les condenara, ni por el motín ni por la muerte de Hudson. Algunos sostienen que el hecho de poseer información sobre las nuevas tierras exploradas les salvó la vida.


Mapa con la ruta del 4º viaje de Hudson.

Por su parte Baffin llegó a la bahía que lleva su nombre cruzando el Estrecho de Davis y estableció un nuevo "record" en cuanto a latitud alcanzada: 77º 45' N, 480 kilómetros más al norte que Davis. Esta latitud no fue rebasada hasta 236 años más tarde y sus logros fueron puestos en duda hasta que John Ross los confirmó en 1818.


Monte Odín, altura cumbre de Isla de Baffin

(6) Vitus Bering descubrió Alaska en 1741, las Aleutianas y la isla de Bering entre otras, destacando por lo preciso de su cartografía y algunos estúdios etnográficos y biológicos de las poblaciones Siberianas de la zona. Hay que puntualizar que no fue él directamente quien llegó a Alaska, sino que la expedición a su mando estaba formada por dos barcos y el segundo, capitaneado por Alexei Chirikov, fue el que tocó primero esa costa. Al volver de esta expedición cayó enfermo y se refugió en Командо́рские острова́, Islas del Comandante. A finales de ese mismo año murió en la isla que lleva su nombre. Tuvo también que esperar a que sus observaciones fuesen confirmadas más tarde, en este caso por James Cook.

Mapa publicado por la Real Academia de S. Petersburgo en Londres, en 1775.


(7) Para este viaje Cook preparó dos barcos, el HMS Resolution y el HMS Discovery, capitaneado por Clerke. Antes de alcanzar las costas americanas, descubrió las Hawai, a las que llamó Islas Sandwich por ser en ese momento el 4º Conde de Sandwich el Lord Almirante de la Navy. Tras dejar Hawai y costear Norteamérica, alcanzaron Alaska e intentaron entrar por el estrecho de Bering varias veces, pero no lo lograron. Cook, al parecer, sufría algún transtorno gástrico y su actitud hacia la tripulación en este tramo del viaje se volvió irascible e inexplicable. Decidieron volver a Hawai y allí unos nativos le robaron un bote del barco. Lo normal era tomar rehenes y negociar con los ladrones para que devolvieran lo robado y a Cook sólo se le ocurrió coger como rehén al rey de la Isla. Enfrentándose de forma irracional a una gran multitud de nativos que se habían concentrado en la playa por el incidente con su rey, hizo varios disparos y los indígenas acabaron con él. Clerke se puso al mando de la expedición y volvieron a intentar pasar, sin éxito, el Estrecho de Bering. Enfermo, puso rumbo a Kamchatka, donde murió de tuberculosis. La expedición volvió a Inglaterra en 1780 comandada por Gore.


El Resolution y el Discovery

(8) George Vancouver comandaría una expedición que desde 1791 a 1795 exploró la zona. En dicha expedición uno de los dos barcos era el Discovery, del que Vancouver había sido teniente en el viaje de Cook y ahora capitaneaba.

Glacier Bay, Alaska

(9) John Ross fue encomendado en 1818 por el Almirantazgo Británico para realizar una expedición al Artico. Se enviaron dos barcos, el Isabelle y el Alexander, este último capitaneado por W. E. Parry. El objetivo era confirmar las observaciones de Baffin, echas unos 200 años antes. Reconocieron toda la costa oeste de Groenlandia y atravesaron el estrecho de Nares, entre esta isla y la de Ellesmere, pero Ross pensó, erróneamente, que en el extremo norte del paso, la tierra se cerraba y dió la vuelta hacia el suroeste, entrando por el Jones Sound, pero una vez más se equivocó creyendo avistar tierra en la entrada, así que viró más al sur, hacia el Lancaster Sound, y lo encontró libre de hielos, por lo que ambos barcos se adentraron por él. Al avistar la supuesta cadena de montañas o colinas de Croker (así las bautizaron), Parry estaba convencido de que doblándolas, el mar seguiría hacia el oeste, pero su comandante mantenía que era una cordillera que cerraba la tierra, por lo que esta vez, se dieron definitivamente la vuelta cuando estaban a punto de encontrar el tan buscado Paso del Noroeste. La decisión de Ross fue muy criticada, no sólo por su segundo, Parry, sino también por algunos de sus oficiales, entre ellos Barrow, y su prestigio se vió afectado por esta decisión. Años después, Barrow organizó más expediciones, hasta demostrar que las "Colinas de Croker" no existían y que bien pudieron ser un espejismo (habituales en esas latitudes) o, como mucho, una cadena de icebergs. Tras esto, la reputación de Ross quedó por los suelos.


Parry logró que se le asignara el mando de un nuevo viaje, donde alcanzaron 110ºN, lo que le valió a él y a la tripulación una recompensa de 5.000 libras que se le otorgaría al primero que alcanzara esa línea. Después de recorrer 1.100 kilómetros, siempre hacia el oeste, al llegar a la isla de Banks los trozos de hielo flotantes hacían imposible el avance y también la vuelta era muy arriesgada -ya en Septimbre- por lo que decidieron invernar en el Ártico antes de dejar que los hielos aprisionaran los barcos. El punto elegido fue la isla de Melville, en Winter Harbour. Durante la larga noche invernal ártica, Parry se dedicó a mantener a la tripulación entretenida con trabajos de mantenimiento y limpieza de los barcos, técnicas de supervivencia, con ayudarle a él mismo en sus mediciones geográficas y magnéticas y hasta se llegó a formar una pequeña compañía de teatro que representó varias obras en tan gélido escenario. Incluso, en uno de los barcos, el Hecla, se montó una rudimentaria imprenta y se lanzaba un períodico semanal, North Georgia Gazette & Winter Chronicle, donde colaboraban muchos tripulantes. En mayo del siguiente año el hielo empezó a derretirse y organizaron varias excursiones a pie por la isla Melville. En Agosto, los barcos quedaron libres para navegar, y emprendieron de nuevo la ruta del noroeste, llegando hasta los 113º 4822' punto en el que Parry decidió volverse, llegando a Inglatera en 1820.
Al año siguiente salió la 1ª edición de
Journal of a Voyage to discover a North-west Passage. Todavía haría Parry otras dos expediciones en 1822-23 y entre 1824 y 1825, ambas sin éxito. En esta de 1825, uno de los barcos, el Fury, naufragó, quedando embarrancado entre los hielos, que no permitieron que se hundiera pero que dejaron el casco completamente averiado, siendo abandonado y provocando este incidente que la expedición retornase prematuramente. Los relatos de estos viajes fueron publicados en 1824 (Journal of a Second...) y en 1826 respectivamente.

Das Eisemeer (1823-24) de Caspar David Friedrich, inspirado en la lectura del viaje de Parry de 1818

Por su parte Ross, para resarcirse de su gran fracaso de 1818, volvió a organizar otra expedición en 1829., en la que le acompañó su sobrino James Clak Ross, quien había participado en los viajes de Parry. Esta vez fueron en un barco de vapor, el Victory, dispuestos a encontrar el Paso de una vez por todas. Al llegar a la Península de Boothia (nombrada así por Ross en honor a su amigo, el comerciante de wisky Felix Booth, quien había financiado la expedición) los hielos apresaron al barco, que quedó bloqueado durante dos años. Durante este tiempo se dedicaron a explorar la región a pie y en chalupas, ayudados por los inuit.
Al ver que el tiempo pasaba y que el barco seguía atrapado, Ross, creyéndolo irremisiblemente perdido, decidió abandonarlo y buscar a pie los restos del Fury, al que encontraron gracias a su sobrino James, pero no pudieron repararlo, por lo que decidieron hacer una tercera invernada aprovechando una reserva de víveres que Parry había dejado cerca del lugar del naufragio del Fury. Cuando el tiempo mejoró, usarndo las chalupas de este barco, se lanzaron al mar en dirección al Estrecho de Lancaster, donde fiueron recogidos por un barco inglés bien conocido por Ross: era el Isabelle, ahora convertido en ballenero. Al volver a Inglaterra y gracias a los datos científicos recopilados -sobre todo etnográficos por su contacto con los inuits- y a la fuerte experiencia vivida, su fama se restableció, siendo condecorado.

(10) Quizás, de entre todas las expediciones en busca del Paso, fuese la de Sir John Franklin la que más trágicas y dramáticas connotaciones revistió. Franklin había sido lugarteniente de Ross en el viaje de 1818 y aquellos parajes helados le fascinaron. Entre 1819 y 1822, hizo un viaje a pie por el noroeste de Canadá, viaje que fue un desastre pues de los 20 hombres que partieron murieron 11. La mayoría murió de hambre, aunque se sabe que hubo al menos un asesinato y quizás actos de canibalismo. Comieron líquenes con grasa de los correajes y hasta sus propias botas: esto hizo que a Franklin se le apodara como the man who ate his boots, "el hombre que se comió sus botas".
Tras varias peripecias en su vida particular, entre las que se cuenta haber sido gobernador de Tasmania, cargo del que fue retirado por querer introducir reformas en esa colonia penal, consiguió que el Almirantazgo le financiase un viaje en busca del Paso, obsesionado, como seguía, por encontrarlo. Recibió las instrucciones oficiales el 5 de Mayo de 1845, zarpando días después, el 19, con 24 oficiales, 110 marinos (en total 129 hombres incluído Franklin) y dos barcos, el HMS Erebus y el HMS Terror: jamás volverían (porras, con ese nombrecito ¿a quién se le ocurre?). La última vez que fueron vistos fue el 25 de Julio de 1845, en el Estrecho de Lancaster; un ballenero inglés los vió anclados en un iceberg.
Tras dos años sin tener noticias de la expedición, la esposa de Franklin, dama aventurera , adinerada y con ciertas influencias en la Navy por sus expediciones tempranas a Tasmania, insta al Almirantazgo a que organice la búsqueda de su marido. Como se había dotado al viaje de provisiones para tres años, se esperó un año más antes de ofrecer una recompensa de 20.000 libras para quien encontrara a Franklin; esto provocó que multitud de aventureros, exploradores, pescadores y marinos en general, se lanzaran o intentaran ir en su busca. En determinado momento llegaron a unirse hasta 12 barcos, diez barcos ingleses y dos estadounidenses, quienes partiendo por su cuenta, iban convergiendo en distintos puntos hasta formar un convoy espontáneo. Fue en 1850, en uno de estos convoyes formado por tres barcos ingleses y un estadounidense, cuando se encontraron los primeros restos de la expedición perdida, incluyendo tres tumbas de otros tantos hombres de Franklin.
En 1853, John Rae, explorando la Isla del Rey Guillermo tomó contacto con un inuit, quien le informó acerca del destino fatal de Franklin y sus hombres: el canibalismo había sido el último recurso para algunos de los supervivientes, quienes finalmente perecieron totalmente desnutridos y congelados. El relato de esta desventura causó profunda impresión en Inglaterra e hizo que Lady Franklin contase con el apoyo de numerosos partidarios, entre los que cabe citar a Charles Dickens, quien publicó varios panfletos censurando a Rae el haber sido el causante con su relato de propagar la especie de que Franklin se había vuelto un caníbal. Se organizó una subscripción popular para promover más expediciones, puesto que, a pesar de los datos traídos por Rae, el Almirantazgo decidió no invertir en nuevas expediciones de búsqueda.

Página del Illustrated London News, noviembre de 1854.

En 1859, con los fondos obtenidos por Lady Franklin a través de las citadas recolectas populares, se envió a Francis Leopold McClintock, un explorador irlandés que había descubierto varias islas del Archipiélago Canadiense, quien usó perros con trineos para la ocasión. Fue el lugarteniente de Mc.Clintock quien encontró, debajo de un hito de piedras, unos papeles escritos por Crozier y Fitzjames, dos de los oficiales de Franklin. Había dos mensajes: en el primero, fechado en Mayo de 1847, se dice que los dos barcos, el Erebus y el Terror, se encontraban invernando en la isla de Beechey, no muy lejos. El segundo mensaje, de Abril de 1848, estaba escrito en el margen del mismo trozo de papel y tenía mucho más sentido ominoso, es decir, de testimonio para futuros posibles buscadores. En él se dice que los dos barcos habían quedado atrapados en el hielo y abandonados por la tripulación; que 24 hombres, incluído Franklin, habían muerto y que Crozier asumía el mando, intentando guiar a los supervivientes hacia el sur.

Copia de la nota con los mensajes de Crozier (con traducción al español incluída)

La expedición de McClintock encontró más tarde un esqueleto en la costa sur de Rey Guillermo, vestido con la ropa típica de los oficiales de cubierta de la Navy y con un documento en su bolsillo que le acreditaba como Henry Peglar, oficial del Terror, y, aunque efectivamente el uniforme correspondía a la graduación de dicho oficial, porteriores investigaciones apuntan a que se trataba de Thomas Armitage, maestro armero del Terror y hombre de confianza de Peglar, quien acostumbraba a confiarle sus documentos. En el extremo oeste de la misma isla, hallaron un bote salvavidas con dos esqueletos más, así como también objetos de uso personal (peines, jabón, botas, algunos libros...) y también pudieron escuchar la versión de algunos inuits acerca del trágico final de la expedición. La narración de este viaje de McClintock se publicó en el libro que se ve a continuación:



Dos expediciones llevadas a cabo entre 1860 y 1869 por C. Francis Hall, encontraron restos de acampadas, tumbas y objetos, aunque nadie tenía fe en que se pudiesen encontrar algunos supervivientes viviendo entre los inuits de la zona quienes, según rumores, los habrían acogido.
Aunque Hall daba por muertos a todos los tripulantes, seguía pensando que los documentos "oficiales" de toda la expedición y su final debían estar guardados en algún lugar, un hito o algo parecido a lo que encotró McClintock, por lo que, ayudado por dos exploradores inuits, recorrió la región escribiendo cientos de anotaciones recogidas de los testimonios de los nativos. Entre los hechos narrados en estas notas, hay uno que refiere el encuentro con una partida de hombres blancos.
La búsqueda se centraba ahora en los documentos no encontrados que Hall insistía en que debían existir. Un teniente de la Armada de los E.U.A., Frederick Schwatka, ayudado por exploradores inuits, llegó a encontrar otro esqueleto de los hombres de Franklin, aunque no así los papeles. A pesar de todo se le reconoció el haber efectuado el viaje más largo en trineo, tanto por distancia como por duración, de todos los conocidos hasta entonces (4.360 km. en 11 meses y 4 días). Fue la primera vez que se tiene noticia de que unos hombres blancos se mantuvieron por completo a base de la dieta de los inuits. A su vuelta, declaró que los papeles oficiales de Franklin estaban absolutamente perdidos " más allá de toda duda razonable".
En el s.XX fueron varias las excavaciones realizadas intentando encontrar vestigios más exactos:
- En 1981 el Departamento de Antropología de la Universidad de Alberta promueve el Franklin Expedition Forensic Anthropology Project. Usando las modernas técnicas de medicina forense se querían encontrar los restos de los supervivientes para identificarlos. No se halló ningún esqueleto completo, sólo huesos sueltos entre algunos objetos. Analizados posteriormente, se llegó ala conclusión de que presentaban signos de haber pertenecido a alguien que murió por escorbuto y también algunas marcas que indicaban, con casi toda seguridad, canibalismo.
-En 1982 se encontraron los restos diseminados que pertenecían a una cantidad de entre seis y catorce hombres, así como artefactos y restos de ropa.
- En 1984 se realizan autopsias de los tres hombres hallados por el convoy de 1850. Aparte se encuentran restos de latas de conservas diseminados por los alrededores y, aunque la autopsia dictaminó que habían muerto de neumonía, se barajó la posibilidad del mal estado de la comida, pues las conservas parecían que habían sido deshechadas debido a deficiencias en el envasado.
- En 1986 se hicieron un par de descubrimientos más en el lugar de los enterramientos, dos ataúdes. Se pudo certificar que uno pertenecía a Hartnell y el otro a William Braine.
El de Hartnell no tenía tapa y se averiguó que había sido quitada por uno de los expedicionarios anteriores, E. A. Inglefield, quien intentó exhumar el cadaver sin éxito , el cual se mantuvo conservado debido a la acción del hielo ("permafrost"), en 1852. La documentación sobre este hecho se guardaba en los archivos de la ciudad de Edmonton.
El otro ataúd estaba intacto, aunque el cadaver parecía que había sido enterrado a la ligera y en posición obligada, debido a las pequeñas dimensiones de la caja.
- En 1992 se encontraron y analizaron alrededor de 400 huesos humanos que presentaban gran cantidad de marcas hechas con instrumentos cortantes que habían provocado su descarnado, por lo que la hipótesis del canibalismo quedó asentada definitivamente.
Varias exploraciones más buscando los restos, esta vez de los barcos, usando modernas técnicas de infrarrojos, se llevaron a cabo en los 90 y comienzos de los 2000, ninguna con resultados positivos si exceptuamos el encuentro de pequeños objetos y utensilios. La última exploración fue anunciada en Agosto de este mismo año de 2008.
Las conclusiones de los científicos de este proyecto, que ha durado unos diez años, es que la mayoría de los restos pertenecen a muertos por neumonía y, tal vez, tuberculosis ya que los restos de Braine tenían signos típicos del mal de Pott (manifestación extrapulmonar de la tubeculosis que afecta a la columna vertebral). La conjunción de factores patológicos, el escorbuto incluído, las condiciones del clima y la posible intoxicación por el plomo de los envases, fueron las causas de la muerte.
Si contamos las vidas que se perdieron en la búsqueda de la expedición de Franklin, el número supera con creces los 129 hombres que perecieron en ella.

(11) Aunque se considera a los hermanos Wright como los primeros en volar en un avión en 1903, los únicos testigos fueron ellos y el aparato se mostró incapaz de volar más que un corto trayecto a baja altura. El avión de Dumont realizó um "auténtico" vuelo y no una prueba más o menos positiva, sin artificios externos (algunos detractores de lo hermanos Wright alegan el uso de railes y de mecanismos impulsores en sus primeras pruebas) y ante numerosos testigos, entre ellos varias autoridades que se encargaron de certificar la hazaña. El primer vuelo que los Wright realizaron en condiciones similares fue en 1908.




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