sábado, 20 de diciembre de 2008

El Imperio Latino de los Cruzados/ Anexo 2º a las Notas de Constantinopla

~Los Estados de los Cruzados~




Al tomar Constantinopla en 1204, los cruzados se autoproclaman sucesores cristianos del Imperio Bizantino. El primer emperador fue Balduino IX, conde de Flandes. El título imperial era el de Imperator Romaniae, aunque la referencia a Rumanía no tiene relación alguna con ese estado balcánico actual.
El término "Imperio Bizantino" es una convención actual, puesto que lo correcto sería llamarlo Imperio Romano de Oriente ya que el título del emperador era Βασιλεύς των Ρωμαίων -
Basileos Rhomaion, es decir, "rey (de reyes) de los romanos", reservado exclusivamente a él, ya que para referirse a los demás reyes y emperadores los bizantinos usaban el término "riga" (pl."rigas"), helenización de la palabra latina "rex". Caso curioso fue la coincidencia en ese determinado período de la Historia de tres imperios romanos, situación derivada precisamente de los títulos de sus respectivos emperadores: el Latino, el Bizantino y el Sacro Romano-Germánico. Ninguno de los tres controlaba, paradójicamente, la ciudad de Roma(1).
Así que se podría hablar de una suplantación por parte de los cruzados, ya que afirmaban ser los legítimos sucesores del Imperio Romano de Oriente, argumentando en su defensa su condición de católicos frente al cristianismo ortodoxo de los bizantinos. Se podría decir que los cruzados se superpusieron a los bizantinos más que derrocarlos. No obstante, el efímero Imperio fracasó en su intento por controlar al resto de latinos establecidos en Grecia, caso de los venecianos, a quienes hubo que cederles 3/8 del total del territorio -Creta incluída- lo que produjo que intervinieran directamente en el desarrollo de los asuntos de estado en su propio beneficio. Finalmente, el Imperio Latino, reclamó sus derechos, y de hecho ejerció el control, de los siguientes territorios: Reino de Tesalónica, Principado de Acaia, Ducado de Atenas y Ducado del Archipiélago(anexo 3º); aparte tuvo bajo sus dominios en algún momento los ducados de Nicea, Philippopolis y Philadelphia.


Preparativos en el campamento de los francos antes del asalto a Constantinopla.

Estos territorios, de difusas e irregulares fronteras, estuvieron, como se ha dicho, alguna vez en manos del Imperio Latino, aunque en realidad, tras su desaparición, algunos de ellos continuaron en manos de diferentes reyes pertenecientes a nobles casas de la Europa católica.
El Reino de Tesalónica, fundado en 1204 y gobernado por Bonifacio de Monferrato, sufrió el ataque de los búlgaros mandados por el Tsar Kaloyan y Bonifacio murió asesinado (1207) . Su hijo Demetrio, aún un bebé, debía sucederle; había sido concebido por la segunda esposa de Bonifacio, Margarita, hija del rey Bela de Hungría; así que hubo que nombrar un consejo regente entre los nobles, quienes encabezados por el lombardo Oberto de Briandate, defendieron el ascenso al trono de Guillermo, hijo mayor de Bonifacio habido en su primer matrimonio con Helena del Bosco (Rebelión Lombarda). Esto fue considerado como un desafío por el emperador latino Enrique de Flandes quien mandó un ejército en 1209 y obligó a acatar el reinado de Demetrio, dejando como regente a su hermano Eustaquio de Flandes.
Aprovechando la situación de debilitamiento por estas discordias internas, el déspota de Épiro, Miguel I, atacó el reino en 1210, siendo derrotado por los latinos. Su hijo Teodoro volvió a atacarlo en 1214 y en los nueve años siguientes fue conquistándolo en su totalidad, excepto la ciudad de Tesalónica. Así se mantuvo hasta 1224, año en que el Imperio Latino sufre el ataque del Imperio de Nicea, más potente, y traslada sus tropas a las froteras orientales. Esto provocó la caída de la ciudad, último reducto del reino, que pasó a formar parte del Despotado de Épiro (anexo 5º).
El territorio fue reclamado en 1284 por la casa de Monferrato y la casa de los duques de Borgoña llevaba reclamándolo como una de sus posesiones desde 1266. Esta casa continuó empeñada en ser la titular del reino de forma honoraria -a pesar de que nunca llegó a gobernarlo y de que ya había vuelto a manos del Imperio Bizantino- hasta 1320, año en que la casa ducal de Borgoña vende los poderes a Luis I de Borbón, y con él se difumina la heredad titular por parte de nobles católicos.

En cuanto a la parte oriental del Imperio Latino, las cosas no fueron mucho mejor. El primer paso que dieron los cruzados fue la captura, en 1205, de la mayor parte de Bitinia, al noroeste de Anatolia. Allí, Teodoro I Láskaris - Θεόδωρος Α' Λάσκαρις - yerno del emperador bizantinio Alejo III Ángelo, había huído con una banda de partidarios. Este personaje se había hecho famoso en la defensa de la ciudad ante la toma de los cruzados y una vez rendida esta, Laskaris se refugió en Asia menor. Los cruzados decidieron que suponía una amenaza, puesto que había tomado el título de basileos y establecido una corte alternativa en Bitinia, capital de un territorio que contenía, aparte de dicha ciudad, los importantes enclaves de Nicea y Bursa. Atacaron a Teodoro en 1205 y le derrotaron en las batallas de Poemanenum y Prusa, por lo que el bizantino retrocedió a Nicea y estableció allí la nueva capital. Teodoro se proclamó emperador de Nicea en 1207, formando así un nuevo imperio contrario a los cruzados. Estos prosiguieron en su empeño por controlar lo que consideraban sus territorios de derecho, así que volvieron a atacar a Teodoro, derrotándolo en el río Ryndakos en 1211. Tres años más tarde, ambos contendientes firman el Tratado de Nymphaeum, por el que los cruzados se anexionan casi todo el antiguo territorio de Bitinia. La paz se mantuvo hasta 1222, cuando el resurgente Imperio de Nicea se sintió lo suficientemente poderoso como para plantar cara al Imperio Latino, como así sucedió. Fue de nuevo en Poemanenum, en 1224, donde, esta vez al revés, Nicea batió a los cruzados y en 1225, el emperador latino Roberto de Courtenay se vió obligado a ceder todos los territorios de Asia Menor, a excepción de la ciudad de Nicomedia. Nicea también recuperó las islas del Egeo. Finalmente, en 1235, el Imperio Latino perdió Nicomedia y así desapareció su último reducto en Asia.

En la zona europea, después de perder Tesalónica, el Imperio Latino tuvo que ver cómo el despotado de Épiro tomaba Tracia y asomaba a las mismas puertas de Constantinopla entre 1225 y 1226, aprovechando, como vimos, que la atención de las tropas latinas estaba puesta en Nicea. La ciudad se salvó gracias a que los epirotas sufrieron el ataque de los búlgaros en sus fronteras noroccidentales y hubieron de retirarse, concluyendo su amenaza sobre la capital en 1228 tras pactar la paz. En ese mismo año muere Roberto de Courtenay y el trono latino pasa a Juan de Brienne, quien tiene que enfrentarse a los epirotas, derrotados estrepitosamente en 1230 por el tsar de los búlgaros, Ivan II Asen. Los del despotado entonces empiezan a presionar para desbancar a los considerados usurpadores latinos y a apoyar al emperador de Nicea, reconocido como heredero "legal" del Imperio de Oriente por los epirotas -bizantinos al fin y al cabo- y que había comenzado a adquirir territorios en Grecia. El emperador de NIcea, Juan III Ducas, termina pactando una alianza con los búlgaros en 1235 y juntos atacan a los latinos, poniendo sitio a Constantinopla ese mismo año. En 1237 muere Juan de Brienne, siendo sustituído por Balduino II. Es en ese momento cuando Iván II de Bulgaria rompe su alianza con los epirotas, pues atisba una posibilidad de ser él mismo quien ocupe el trono del Imperio Latino. La precaria situación de este último, empuja a Balduino a viajar por Europa en busca de ayuda, algo que no consigue fácilmente, pues los reinos europeos sólo aceptan prestar sus tropas si los latinos les pagan la soldada. Ante la difiultad para obtener dinero, Balduino ordena desmantelar los tejados de plomo del Gran Palacio de Constantinopla (residencia de los emperadores de Oriente desde el 330 al 1081) y vender el metal (¡qué canasterío más quinquiyero! -nota virginiana). También obtiene un préstamo de Venecia, a quien deja como garantía -más bien "rehén"- a su único hijo Felipe.

Balduino II de Constantinopla, Odier -1870

En 1247 Nicea había sitiado completamente Constantinopla y sólo la capital, rodeada de murallas, permanecía como el último resto del Imperio Latino, aparte de los reductos vasallos en Grecia, el Principado de Acaia y el Ducado de Atenas.
Pero en 1258-59, en la Batalla de Pelagonia, el Principado de Acaia sufre una derrota definitiva y que marca el principo del fin de los últimos restos del Imperio Latino en Grecia. Dos años después (1261), con la mayor parte de sus diezmados ejércitos diseminados por el territorio debido a las constantes luchas contra todos los invasores circundantes, el Imperio Latino cae definitivamente y el general niceo Alexios Strategopoulos entra en Constantinopla y recupera el trono del Imperio de Oriente para Miguel VIII Paleólogo.
Los descendientes de Balduino estuvieron reclamando para sí el título honorario de Emperador Latino durante casi un siglo después, aunque sólo llegaron a ejercer alguna autoridad sobre el Principado de Acaia entre 1333 y 1383 (anexo 3º). A pesar de que la familia Courtenay siguió siendo considerada como posesora del título de Emperador Latino, sería más propio aplicarle el calificativo de "emperadores en el exilio".


Imperio Bizantino hacia 1265, bajo el gobierno de Miguel VIII Paleólogo.

Notas

(1)El emperador de Bizancio ostentaba de hecho el cargo por herencia, ya que la división de Teodosio se hizo en condiciones de igualdad entre sus hijos Arcadio y Honorio.




En la antigua Roma no existía un título específico para el emperador, a pesar de que en la actualidad el término goce de gran popularidad, siendo en realidad esa palabra -"emperador"- una especie de resumen de cargos, títulos honorarios y poderes varios que recaían en la persona destinada a gobernar el Imperio. El nombre de Basileus Rhomaion fue usado por primera vez por Miguel I Rangabé en 811, es decir, siendo ya el Imperio de Oriente la única parte superviviente del Romano.


Estandarte del Imperio Romano de Oriente


Bandera del Imperio Romano de Oriente a partir de Miguel VIII Paleólogo (1261)

Por otra parte, el día de Navidad del año 800, el Papa León III había coronado a Carlomagno como "Emperador que gobierna el Imperio Romano". La ceremonia, promovida por el Vaticano, estaba orientada más a marcar los límites entre auctoritas papal y potestas imperial que al nombramiento en sí de Carlomagno como sucesor de los emperadores romanos. Aparte existían intereses mutuos: por parte de Carlomagno la coronacíón por el Sumo Pontífice suponía el afianzamiento en el poder de los francos dentro del Imperio Carolingio y por parte del papado era una forma gratis de obtener protección militar para sus estados, ya que entre los cargos transferidos al franco se encontraba el de "defensor de la Iglesia".


Blasón del Sacro Imperio Romano-Germánico

El nombramiento causó las protestas de Bizancio, que no reconocía a Carlomagno como emperador romano, implícito en el título otorgado por el Papa ("... gobierna el Imperio Romano"). Precisamente, fue a raíz de esta disputa por lo que Miguel I decidió nombrarse Βασιλεύς των Ρωμαίων , aunque llegó a reconocer a Carlomagno como Βασιλεύς pero sin el "των Ρωμαίων", de los romanos, título que se reservó para él (y sus sucesores, sienpre recelosos de Occidente ante los que los bizantinos consideraban intentos de usurpación).
Los cruzados, como hemos visto en la entrada, sencillamente se autoproclamaron continuadores del antiguo Imperio Romano.


Blasón del Imperio Latino

División del Imperio Romano a la muerte de Teodosio en 395